Pintura

LA MITOLOGÍA EN VELÁZQUEZ

Autorretrato Velazquez

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, conocido por Diego Velázquez, es considerado el mejor pintor barroco de España y uno de los más importantes del siglo XVII en occidente. Nació en Sevilla en 1599 y fue allí donde realizaría sus primeras obras. Estas pinturas están influidas por el tenebrismo de Caravaggio, que destaca por sus fuertes contrastes entre luces y sombras, y por plasmar imágenes de la realidad cotidiana, género que también triunfaba en Holanda. A esta época pertenecen obras como El aguador de Sevilla (1620) o Vieja friendo huevos (1618).

En 1623, Velázquez pasaría a trabajar a la corte madrileña, bajo las órdenes del rey Felipe IV. Su estancia en la corte le permitiría contemplar las colecciones reales, donde admiraría la obra de Tiziano y de los pintores venecianos. Su tratamiento de la luz, su pintura de manchas y su color influyeron decisivamente en Velázquez. Además, tuvo la oportunidad de conocer a Rubens, el pintor flamenco que también estaba enamorado de la escuela veneciana. Su encuentro fue decisivo para el sevillano, ya que le convenció de que debía viajar a Italia para completar su formación. Allí absorbió las enseñanzas de los artistas del Cinquecento y de la Antigüedad Clásica, elementos clave de sus obras mitológicas.

El triunfo de Baco o Los borrachos (1628)

En esta obra aún se puede observar la fuerte influencia caravaggesca. El cuadro se divide en dos mitades: a la derecha, un grupo de hombres en diversas posturas y estados de embriaguez, presentan rostros que se alejan de la idealización, cercanos a Ribera; a la izquierda, el dios del vino aparece fuertemente iluminado y acompañado de dos personajes más. La representación de lo divino con personajes cercanos a la cotidianeidad era una característica de la obra de Caravaggio. Los enseres del suelo nos hablan de una temática cercana al bodegón.

Los_borrachos_o_el_triunfo_de_Baco_1629_Velázquez

La fragua de Vulcano (1630)

Uno de los cuadros pintados en su primer viaje a Italia fue esta Fragua de Vulcano. El cuadro narra el momento en el que el dios Apolo se presenta en la forja de Vulcano para contarle que su mujer, Venus, diosa de la belleza, está cometiendo adulterio con Marte, dios de la guerra. Vulcano y los cíclopes miran al portador de la mala nueva petrificados en diferentes posturas y gestos, algo que permite al pintor mostrar su estudio de la estatuaria clásica en la representación de los cuerpos masculinos, así como las enseñanzas de Miguel Ángel, entre otros. Uno de los aciertos de Velázquez es la distribución en distintos planos de los objetos y figuras en el cuadro, siendo capaz de pintar el aire gracias, también, a la luz con la que pinta los cuerpos, muy diferente de su etapa sevillana.

Velázquez_-_La_Fragua_de_Vulcano_(Museo_del_Prado,_1630)

La Venus del espejo (1648)

Lo primero que salta a la vista en esta pintura es la factura abocetada de la misma, sin duda, herencia de la escuela veneciana iniciada por Giorgione y mejorada por Tiziano. Con esta pincelada suelta, con la que conseguía «pintar el aire», como comentábamos antes, representa a la diosa tumbada mientras admira su belleza en un espejo sujeto por un Cupido resignado. La representación de la diosa desnuda, así como la posición recostada, remite a los modelos venecianos del siglo XVI, como los cuadros Venus de Urbino (1538) de Tiziano o Venus dormida de Giorgione, aunque Velázquez opte por colocarla de espaldas y no de frente como los maestros venecianos. Los colores del ropaje sobe los que se recuesta, así como la cortina, también fueron recursos utilizados en su día por los pintores renacentistas del véneto.

Venus_del_espejo,_by_Diego_Velázquez

La fábula de Aracne o Las hilanderas (1657)

Esta obra fue una de las últimas que pintó, en la que hace una referencia doble a la mitología. En primer plano, vemos a una anciana y una joven preparándose para tejer: se trata de Atenea y Aracne, respectivamente. La segunda se había vanagloriado de tejer mejor que la diosa, por lo que esta la desafió a un duelo. Cuando se dictamina un empate, Atenea transforma a la joven en una araña para que teja durante toda su vida, que es el momento que se representa en segundo plano. Además, el fondo del taller está decorado por un tapiz del cuadro El rapto de Europa, de Tiziano. Las hilanderas tiene muchas lecturas, puesto que también se ha dicho que las jóvenes del primer plano se cuentan la fábula de Aracne para entretenerse mientras realizan su labor. Velázquez, que aspiraba a que la pintura se considerara un arte liberal y no una artesanía, presenta aquí una declaración al respecto: mientras que las figuras que tejen en primer plano sí realizan un trabajo artesano, él plasma la supremacía de la pintura en la representación que realiza de los mitos de Aracne y de Europa.

Velazquez-las_hilanderas

Imágenes

Museo del Prado.

National Gallery de Londres.

Galería Uffizi.

 

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