Pintura

LOS CARAVAGGISTAS DE UTRECHT

El triunfo del calvinismo en los Países Bajos, una de las ramas más restrictivas del protestantismo, cuyo precepto pasaba por prohibir la adoración de imágenes religiosas, influyó en la reducción drástica de la producción pictórica patrocinada por la Iglesia. La posterior independencia de la Corona Española, que se quedaría con la zona de Flandes, donde se continuaba practicando el catolicismo, y el aumento del comercio, fueron factores clave para el surgimiento de una burguesía que demandaba obras privadas para decorar sus hogares, iniciándose una época dorada para la pintura holandesa. Estos encargos trabajaron otros géneros que diferían del religioso o de la pintura de historia, con temas más del gusto particular, como son los paisajes, las naturalezas muertas, los retratos o las pinturas de género: escenas de la vida cotidiana cuyo origen se establece a finales del siglo XV y se desarrolla durante todo el siglo XVI. Se vio reducida la superficie pictórica, debido al destino de dichas pinturas, esto es, la decoración de las paredes de los domicilios burgueses.

En este contexto, surge la primera corriente pictórica, punto de partida para la excelente producción holandesa del siglo XVII: la Escuela de Utrecht. El término reúne a diversos pintores que viajaron a Roma, donde conocerían la obra de Caravaggio, que influirá en su trabajo; así como el desarrollo de su actividad en la ciudad holandesa. Influidos por el naturalismo y el uso del claroscuro caravaggesco, pintaron cuadros deudores del genio italiano, si bien se observan importantes diferencias, como comprobamos al comparar La vocación de San Mateo (1601), de Caravaggio y el cuadro del mismo título de Ter Brugghen (1621). En el segundo, apenas vemos a Cristo, al que reconocemos por el gesto, y la composición es más compacta, con figuras cercanas de medio cuerpo, sin servirse del potente claroscuro del maestro.

terbrugghen La vocación de San Mateo

Cuadros de música

Una de las tipologías que gustaba a los pintores de Utrecht era los cuadros de música. Generalmente, se representaba un músico tocando un instrumento, de medio cuerpo, casi a tamaño natural, sobre fondo neutro, como Joven tocando el birimbao (1621) de Dirck van Baburen. Nos presenta a un joven que mira misteriosamente al espectador, fuertemente iluminado por la derecha (al contrario que la mayor parte de las obras de los caravaggistas de Utrecht). Joven tocando el laúd (1622), del mismo autor, recurre a la perspectiva sotto in su para reproducir a un personaje que no viste a la moda holandesa, sino con ropa que pudiera pasar por veneciana o borgoñesa, invención del artista.

Dirck_van_Baburen_Joven tocando el birimbao

Esta inclinación por la fantasía, característica de la escuela, unida a la música, aparece en otras obras como Flautista (1621) de Abraham Bloemaert, con un modelo que parece de ambiente distinguido, o Rey David tocando el arpa (1622), de Gerard van Honthorst, que mantienen la iconografía señalada. Estos cuadros se relacionan con el interés por mostrar a personajes humildes, como campesinos, o marginados, prostitutas o mendigos, siempre con un mensaje moralista en la línea reformista que imperaba en los Países Bajos. Bebedor alegre (1626), de Hendrick Ter Brugghen, en el que vemos a un beodo sosteniendo una jarra y un arenque, o Cantinera (1640), de Jan van Bijlert, con una camarera voluptuosa, personifican el desenfreno y la lujuria, respectivamente, así como los músicos representan la fugacidad del deleite armónico, en consonancia con la fugacidad de la vida.

Cantinera_Jan_van_Bijlert

Otros géneros

Esta caducidad de la misma existencia se relaciona con la tipología de bodegones, tan del gusto de estos pintores, donde las flores nos recuerdan que el tiempo pasa rápidamente y todo muere, como podemos observar en Florero (1603), de Roelant Savery o en Bodegón con flores (1635) de Ambrosius Bosschaert. Estas naturalezas muertas evolucionan en la segunda mitad del siglo XVII a los denominados bodegones suntuarios, que representan objetos y posesiones del burgués, o aquello que deseaba tener, como vemos en Bodegón suntuoso (1672), de Jan Davidsz de Heem o en Mesa (1670), del mismo autor.

Mesa_(Jan_Davidsz._de_Heem)

Por otro lado, el paisaje fue uno de los temas más demandado, siempre relacionado con el agua de la ciudad, incluso apareciendo un subtipo denominado marina. Según Van Mander (como se cita en Meyere, 1992-1993), el pintor no se limita a reproducir la realidad, sino que debe crear una representación idealizada, en consonancia con la fantasía mencionada anteriormente. Así, podemos ver tal circunstancia en Paisaje fantástico del Rin (1669), de Herman Saftleven. Estos cuadros tampoco escapaban a la lectura moral, como puede apreciarse en Puente de piedra y puerta de las mujeres blancas (1654), de Jacob Gerritsz van Bemmel, donde, en el interior de una atmósfera idílica, vemos a un hombre y una mujer durmiendo en la esquina derecha, figuras relacionadas con la ociosidad, en contraste con la mujer que se afana ordeñando una de las vacas.

Bibliografía

Meyere, J. d. (1992). La pintura holandesa del Siglo de Oro. La escuela de Utrecht. Madrid: Ediciones El Viso. ISBN 9788486022686.

Imágenes

Wikipedia.

 

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