Michel Balthazar Klossowski, apodado Balthus por sus propios padres, nació el 29 de febrero de 1908. Esta singularidad en su fecha de nacimiento la apro
vechó afirmando que su etapa adulta no era más que una extensión de su adolescencia, a pesar de que los años seguían pasando como para el resto de mortales. Esta circunstancia se reflejaría en su gusto por representar adolescentes, en especial, jóvenes muchachas que se encontraban en la línea del paso a la madurez sexual, como se puede observar en el cuadro Thérèse soñando (1938). Una aparentemente dormida Teresa abre brazos y piernas a la luz, mostrándonos su posible menarquia, mientras un gato lame leche de un plato, símbolo del propio artista que usará a lo largo de su obra.
Los padres de Balthus, cultos, aficionados también a la pintura, contaban entre sus amigos con artistas como Rilke o Valéry, por lo que creció en un ambiente distinguido que le ayudaría a construir su imagen aristocrática. La familia se trasladó a Suiza, viviendo en Berna y después en Ginebra, donde Balthus pasaría su juventud.
La construcción del artista y de su arte
El artista decidió que sus obras serían figurativas, y se dedicó a estudiar, en París, el arte que habían realizado pintores que admiraba, como a Gustave Courbet. Viajó a Italia, donde se empapó de la obra del Quattrocento, sobre todo de Piero della Francesca. También analizó a Surat y a Velázquez. Sus obras de juventud, a pesar de carecer de perfeccionismo técnico, ya comienzan a reflejar su rico mundo interior. Sus temas y su estilo no cambiarían apenas a lo largo de su trayectoria, seguro de haber encontrado su propia voz.
Su primera exposición, en 1934, no había sido fructífera en ventas, pero había impresionado a los entendidos. Su personalidad como artista se vio influida por dos lecturas importantes en su vida: Don Juan, de Lord Byron, que le había ayudado a establecer un paralelismo entre la figura del pintor y la del caballero, un héroe que no se deja arrastrar por las masas; y Cumbres borrascosas, de Emily Brönte, identificándose con Heathcliff, con su capacidad romántica, pero también con su lado más oscuro, y en la relación de este con su amada, que llega a ser obsesiva. No es de extrañar, si tenemos en cuenta la tentativa de suicidio que cometió (aunque no muy seria) tras sufrir un rechazo amoroso de la hija de una familia adinerada de Suiza, que consideraba inaceptable la condición humilde del pintor, por mucho que Balthus estuviese convencido de ser más aristócrata por dentro, que ellos por fuera con sus propiedades y sus lujos.
En 1936 pinta el retrato de Maurie-Laure de Noailles (fascinante mujer retratada por grandes artistas de la época, como Picasso o Man Ray), que se convirtió en un paso decisivo en su carrera. Con reminiscencias de Velázquez, Balthus consiguió que la vizcondesa le introdujera en su círculo. En esa época pinta cuadros como Los niños Blanchard (1937), cuyo tema había tomado de unas ilustraciones que había hecho para una edición ilustrada de Cumbres borrascosas: muestra dos niños en un momento de asueto, cuya imagen reboza nostalgia juvenil, envueltos en una luz cálida. Picasso compraría el cuadro, convirtiéndose en amigo del artista. Destaca también La montaña (1937), que representa el paisaje donde pasaba sus veranos de la infancia. De composición compleja, los siete personajes se articulan en torno a una figura central: Antoinette de Watteville, aquella joven aristócrata pretendida de Balthus que acabó convirtiéndose en su mujer, con la que tuvo dos hijos.
La madurez de Balthus
Una pronta herida en la II Guerra Mundial le exime de sus obligaciones militares, y el artista se refugia en Suiza con su familia. En esos complicados años consigue exponer algunos cuadros, como La paciencia (1943), donde aparece una muchacha jugando al solitario. La penumbra que le apaga el rostro y los símbolos como la vela apagada parecen mostrar el dolor de la época y la incertidumbre del futuro. En 1946 termina su matrimonio con su mujer y un año más tarde se le vincula con una joven llamada Laurence, que sería su modelo favorita. Su primer encuentro fue inmortalizado por Balthus en un cartel para el restaurante donde la conoció. El gato de «La Mediterranée» muestra la huida de la joven de la mesa, que escapa en una barca, cansada de las miradas de Balthus y de la conversación. A través de un arco iris, llegan unos peces del mar a la mesa del restaurante, donde un Balthus como un gato con cuerpo de persona, espera y desea que la joven se convierta en un posible festín, asemejándola a una sirena.
Ya en los años cincuenta, el pintor abandona definitivamente París como lugar de residencia, estableciéndose en un castillo, donde trabaja durante casi toda la década en obras paisajísticas. Sin embargo, a finales del decenio, ejecuta los lienzos Sueño I y Sueño II (1954-1957), cuyo tema retomaría en El fruto de oro (1956): una muchacha dormida parece evocar un extraño ser azulado que le tiende un fruto, en una figuración del imaginario de la adolescente. Tampoco abandona los desnudos, como el que aparece en Desnudo delante de la chimenea (1955), cuyo cuerpo está simplificado en sus formas, definidas gracias a la luz, que le otorga densidad y volumen.
La última etapa
En un viaje a Japón conocería a su segunda esposa, Setsuko, de veintiún años. Balthus contaba en ese momento con cincuenta y nueve años y la retrataría en cuadros como Japonesa ante la mesa roja o Japonesa ante el espejo, que combinaría junto a retratos de las hijas de una empleada, como Katia Leyendo, entre 1967 y 1977.
A finales de los setenta se mudan a los Alpes suizos, a un chalet que Setsuko convierte en una casa del Japón Imperial. En el pintor y su modelo (1981) refleja cómo trabaja su inspiración, abriendo la cortina de su estudio, con el sol de la montaña iluminando a su modelo, que se prepara para ser pintada. En esta década recibe algunas distinciones que no le apartarán de su última obra, una serie de cuadros titulada El gato ante el espejo (1986-1989).
La obra de este autodidacta artista, que se negó a recibir formación de ningún tipo, puede verse en el Museo Thyssen de Madrid, hasta el 26 de mayo de 2019.
Bibliografía:
LORD, J. Balthus. Ediciones Elba: Madrid, 2012. ISBN 978-84-938448-2-0.
FEO, C. de. Balthus. Los grandes genios del arte contemporáneo. El siglo XX. Unidad Editorial: Madrid, 2006. ISBN 978-84-96507-98-X.
Exposición: Museo Thyssen-Bornemisza.
Fotografías: Hecheres Beltrán.